Sandro Capcha es un artista peruano egresado de la Escuela de Bellas Artes cuya práctica se desplaza de lo íntimo a lo instalativo. Vive y trabaja en Perú. Su tránsito a gran formato se acelera tras una residencia en Shigaraki, Japón,
actualmente en Chihuako Studio, donde usa la cerámica con madera y textiles. Un rasgo constante: la hamaca como dispositivo de trabajo y de sentido.
La figuración de Capcha no describe; actúa. Sus cuerpos aparecen suspendidos, cargados, traccionados. La cerámica aporta masa y memoria térmica; la madera, armazón y ritmo estructural; el textil, contacto con el cuerpo y registro del movimiento. No se trata de “mezclar materiales” como efecto decorativo, sino de construir una gramática del soporte. Allí ocurren las tensiones: gravedad vs. sostén, dureza vs. flexibilidad, rito vs. herramienta.
Escala y tensión: la gramática del soporte
El avance de Capcha no es de escala, sino de método: un ensamblaje donde el barro aporta masa, la madera define la dirección y el textil reparte esfuerzos.
El paso de Capcha a mayores escalas no es solo un asunto dimensional: implica una técnica de ensamblaje que integra barro, madera y textil como un sistema estructural. La hamaca —constante en su práctica— opera a la vez como herramienta y signo: dispositivo de soporte, suspensión y reparto del peso que traslada un gesto cotidiano al campo escultórico. La residencia en Shigaraki afinó este método: mayor control del secado y de cocciones robustas, atención a uniones sometidas a esfuerzo y una ética de repetición/oficio visible en la superficie.
Su taller, Chihuako Studio, funciona como ecosistema de producción, documentación y mediación: ahí se evidencian los procesos desde el boceto hasta el acabado, y el tránsito del formato íntimo al instalativo. La práctica se sostiene en la colaboración —con Asami Capcha— y en la apertura pedagógica (demostraciones, laboratorios, encuentros), lo que estabiliza una gramática propia: cerámica como masa/huella, madera como armazón/ritmo, textil como contacto/movimiento. Esa tríada no decora: ordena la acción figurativa.
